Hace un año viajé a una ciudad desconocida para la mayoría de los latinoamericanos: Cartagena, no la de Colombia, sino la de Murcia. A Murcia tampoco la conocía ni de nombre ni de nada. Este es el momento de visitar Google Maps.
Como ven, Cartagena tiene salida al mar Mediterráneo, es relativamente pequeña y lo más importante, se ubica a considerable distancia de ciudades cosmopolitas más conocidas por los latinoamericanos, cómo Madrid y Barcelona. Es importante porque esta condición geográfica permite una realidad que viene al caso en el título de esta entrada: la cultura en su estado natural.
¿Qué? Paso a explicar.
Tengo la teoría de que mientras más lejos se encuentran las ciudades de la presencia permanente y masiva de turistas extranjeros, mayor probabilidades se tiene de que se conserve el imaginario cultural, cual si se tratase de un o una estudiante en permanente introspección (cultura) que con el fin de desarrollar o mantener su concentración ha de aislarse del bullicio. Esto responde a que en ciudades muy turísticas o simplemente, muy corporativas, el dinamismo cultural va tan condicionado a estos factores hasta el punto de mimetizar con otras ciudades cosmopolitas.
Volviendo a la idea, esta lejanía de los núcleos urbanos fermenta, en algunos casos, además de la cultura en su estado natural, la percepción de autonomía. Esto empeora cuando se consolida la idea de singularidad. Sin espacio a las malas interpretaciones, he de aclarar: creo que cada lugar en el mundo posee la cualidad de singularidad, hasta en cómo se agarre la cuchara al medio día, sin contar con que es dueño único del espacio físico que ocupa y debe ser esta particularidad o conjunto de particularidades lo que se aproveche para divulgar y proteger su cultura, en beneficio de los locales. Sin embargo la globalización nos ha enseñado la lección de que tenemos más cosas en común que las cosas que nos hacen diferentes. Entonces...¿Qué peligro hay en asumir una idea sólida de singularidad? Si no se tiene ningún contacto con el exterior o si las experiencias que se tenga con el exterior son desagradables, tenderemos al nacionalismo.
He podido ver el imaginario que se tiene de España desde un rincón de las costas mediterráneas, con sus cizañas e idealizaciones, con sus resentimientos y deudas históricas y en el caso del 12 de octubre, con el evidente resultado del choque generacional frente a la historia del hito español.
En España es conocido como "Día de la Hispanidad". Ése mismo día escuché una conversación que explica casi pragmáticamente mi exposición anterior sobre la disparidad generacional en cuanto a la perspectiva que se tiene sobre este día y su conmemoración. Estaba en la fila de un supermercado aguardando mi turno mientras escuchaba música por un oído y me mantenía presente en mi entorno inmediato librando el otro oído. Un niño de no más 13 años hablaba con quién me pareció ser su abuela sobre el día en cuestión: "Yo no creo que haya algo que conmemorar. En las Américas fuimos a causar caos y destrucción. No me parece que haya que conmemorar nada." Esta disertación con cargado mensaje político e histórico me sacó una leve sonrisa, sin embargo, la respuesta de la señora me obligó a mostrar todos mis dientes: "¿Qué dices? Anda ya, trae unas rosquillas que tengo hambre y al llegar haremos unas marineras." Mientras el niño volteaba, mi evidente afrodescendencia le paralizó y apuesto a que le avergonzó un poco por eso me vi obligada a ponerme lo mas indiferente posible como signo de solidaridad a su bochorno. Luego pensé, quizás no sea un prueba absoluta de lo que pasa, pero sí sé que la dictadura franquista terminada en 1975 promovía la idea de la superioridad española con miradas nostálgicas hacia casi un siglo entero atrás, cuando España era todavía un imperio. Así que me pareció probable que una generación, adepta o no al régimen, sólo haya conocido la versión de la historia de la llegada América, donde eran muy pocos los indígenas nativos, donde se le obsequió el regalo de la cristiandad y en cambio pagaron con rebeldía y en donde de los esclavos no se sabe nada más que su procedencia, África.
Al otro lado del mundo, República Dominicana es un país que se rige bajo un gobierno presidencialista que ha pasado por convulsiones historico-culturales enmarcadas en la civilización taína, la conquista española de América, la esclavitud de africanos, la mezcla de razas, el abandono colonial, la invasión haitiana, la independencia nacional, la anexión a España y la restauración, caudillos, dictaduras y democracia. Pero también sos conocidos por la pelota, el merengue, la bachata y...el trap.
Desde pequeños, en las escuelas nos enseñaron sobre La Niña, La Pinta y la Santa María, en ése mismo orden. Sobre Colón y el padre Las Casas, sobre los espejitos, sobre Anacaona y Enriquillo y eso siempre iba titulado por "El descubrimiento de América".
En el sentido estrictamente semántico de la frase, la palabra "descubrimiento" pone en evidencia la narrativa eurocentrista que se sigue impartiendo en las escuelas y se sigue promocionando en la televisión, por razones complejas culturales que no podría tocar en este texto, sin embargo, es preciso recordar que el mundo no pide permiso de existencia al hombre blanco de Europa Occidental que va llegando, clavando banderas, bautizando, grabando y parcelando, sino que existe y ya. Es decir, América no se descubrió como no se puede descubrir la electricidad porque estaba allí. El descubrimiento relacionado tanto a América como la electricidad radica en el conocimiento de su dominio.
Sin embargo, desde el punto de vista histórico, la palabra "descubrimiento" no es la que sobra y esto lo señalo por la cantidad de descubrimientos científicos que la historia no ha sabido adjudicarle a España. O mejor dicho, que España no ha sabido publicitarse, como lo hacen otros países.
En la historia de la conquista de América debe reivindicarse dos realidades débilmente divulgadas: la genialidad científico-tecnológica española del momento y la solidez civil y cultural taína así como la relevancia africana en la cosmovisión dominicana. Esto no absuelve de ninguna manera las otras realidades más conocidas: la desaparición de la raza taína, trasmutando el carácter pasivo de los taínos a la estupidez y dando pie a prejuicios sociales que persisten hasta nuestros días; la explotación de los recursos naturales; la migración forzada de africanos y, otra vez, la consiguiente segregación a la que fueron sometidos en el marco de la esclavitud, dando pie a prejuicios sociales que persisten hasta nuestros días, etcétera.
Esto, además de cierto, afecta muy directamente al imaginario cultural, no por los hechos, sino por la narrativa.
Es posible por la hegemonía de la descendencia directa europea establecida herditariamente en la burguesía dominicana. Es decir, el 12 de octubre, también llamado "Día de la raza", fue el día en que Colón descubrió América y se conmemora la raza derivada de los españoles, con algo de los taínos y algo de los africanos. En esta historia, los taínos y los africanos son inferiores y desdichados, sin orígenes ni creencias ni estructuras y los españoles, son superiores y abusadores, según la fuente (conservadora o liberal), quedando la casta criolla como la heroína.
La casta criolla del 1844 de la que se escribe en los libros de textos históricos de la educación básica y secundaria tiende a equivalerse con la clase media. Hay que aclarar: muchos de ellos heredarían los muebles, los inmuebles, las empresas y los esclavos de sus padres o de sus abuelos, por eso no se hizo esperar la anexión. No es este el caso de todos los trinitarios, pero sí el de muchos criollos.
De manera que la narrativa en ambos países es muy diversa, generando perspectivas encontradas.
En resumen, ésta sería la posición como latina: ¿Por qué "Día de la Hispanidad"? ¿Por qué se debe llamar el día en que Colón chocó con lo que pensaba era la India, el "Día de la Hispanidad"? ¿Ese día se inventó ser hispano? ¿Ése día se conformó España, como país? ¿Es esta serendipia histórica el mayor hito español? No.
Ahora, desde quien ha visto cómo se ven los españoles a sí mismos, ¿Por qué no se consideran hispanos si compartimos el idioma, la religión, la cocina (en parte) y algunos rasgos? ¿Por qué no se reconoce el papel histórico de España? ¿Por qué se ataca a España cuando fue el imperio que más se integró a la cultura americana (dentro de lo que cabe y en comparación con Inglaterra, Portugal, Francia y Holanda)?
Si bien es cierto que España sufre de una Leyenda Negra, siendo subestimada por sus propios hijos y ridiculizada en la narrativa de los país europeos occidentales, no menos cierto es que, las conmociones por las que ha pasado y la han aislado de los hechos que pasaban a su alrededor han generado y acrecentado divisiones internas que se ven a sí mismas como las poseedoras de la verdad. Amén de todo ésto, en lo que sí pueden ponerse de acuerdo todos los españoles (liberales o conservadores) bien puede que no sea el "descubrimiento" o la "expoliación" de América pero sí en la declaración de su constitución.
¿Y entonces qué?
El 12 de octubre no debe ser día de la raza, porque asumir que la raza de República Dominicana empezó con la llegada de los españoles es una falacia. Ése día, España debería celebrar lo que aprendió de las culturas encontradas en América. Debería llamársele "Día de América". No debe ser el día del descubrimiento porque no se descubrió nada. No debe ser el día de la hispanidad porque sería asumir la inexistencia de otras culturas ya establecidas. Debe ser un día que aparezca en los almanaques de historia y nada más, un día en que, si el afán de conmemoración no consigue calma, se festeje las tradiciones españolas arraigadas en nuestra cultura. Del mismo modo me atrevo a esperar el apartado en el almanaque que le dedique igual alevosía al día en que pisó tierra caribeña el primer negro esclavo y celebremos la otra gran parte de nuestra cultura.
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Desde la adolescencia he tenido contacto con las redes sociales. Cuando pensaba que estaba conectada con el mundo exterior a través de Hi5, unas gringas me dijeron que lo que estaba acabando con todo era Facebook, así que, entré a ese universo y descubrí por qué todos mis amigos dejaban de sentirse en el mundo anterior. Tiempo después volví a estar fuera, vino la era de Twitter y me dije: Mmm, nada mal, la gente tiene límite de caracteres para escribir, así que no será tan pesado. Ahí estaba yo, creándome una cuenta con el pajarito azul , escribiendo y retwiteando frases que me parecían de lo mas intelectuales... Y después...Boom, Instagram. Entonces me empezó a llamar la atención la fotografía, el arte visual cobraba mucho sentido. De la nada, mis amigos también eran fotógrafos y habían decidido enmarcar los momentos que presentaban en Facebook, pero mas condensados, más perfectos, estructurados y orquestados. De manera que ahí estaba yo, fotógrafa, intelectual y socialy ...
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